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Que las nuevas tecnologías están generando grandes cambios en la economía y el mundo del trabajo no es ninguna novedad. Economía de la colaboración, sharingeconomy, gig economy, economía digital, son sólo algunos de los emergentes de este fenómeno.



La Economía de Plataforma Online (OPE, por sus siglas en inglés de “Online Platform Economy”) es el nombre con el que se conoce el ecosistema en el que un intermediario, a través de una plataforma online, conecta en forma directa a trabajadores independientes con contratistas y a vendedores de productos y servicios con clientes. Upwork y Freelancer son dos claros ejemplos del primer caso, mientras que eBay, Mercado Libre y Arbnb se destacan en el segundo.



La "Gig Economy", es el término con el que se popularizó en Estados Unidos el creciente  mercado laboral flotante e independiente de los freelancers, que se vio potenciado por las plataformas online y los pagos móviles. La gran pregunta que instaló esta tendencia en la agenda económica es: ¿este peak de la actividad independiente representa un cambio de paradigma en la forma de trabajar?

Un estudio de JP Morgan&Chase analiza este fenómeno y revela algunas tendencias, a partir de una muestra de más de 240.000 individuos que participaron desde 2012 hasta la fecha en la Economía de Plataforma Online (OPE) en Estados Unidos. Una de las conclusiones a la que llega el estudio indica que la economía no tradicional online ha llegado a su peak en 2014 y que a partir de allí la actividad, sobre todo en las plataformas de trabajo freelance, ha ido decreciendo.

Aquí van algunas claves sobre las causas de esta caída, y sus efectos:

  • Las plataformas de trabajo freelance tienen una alta tasa de deserción. Hay un integrante nuevo por mes cada seis personas, y tres desertores de cada seis personas por año. Entre 2014 y 2016, la tasa de nuevos integrantes bajó de un 29% a un 17%. Además, después del primer mes, la participación en la plataforma se vuelve esporádica. Más de la mitad de los integrantes abandona después del primer año. Esto significa que la mayoría de los que participan de esta forma de trabajo no desarrollan  una carrera ni viven de los ingresos que allí generan, sino que lo utilizan como un trabajo complementario para mejorar los ingresos.
  • Los que más participan del trabajo "freelance" tienen bajos salarios o no tienen un empleo tradicional. En 2016 la tasa de desempleo de los Estados Unidos fue menor al 5% (la mejor en ocho años) y los salarios aumentaron, por lo tanto, es lógico que la "Gig Economy" haya perdido terreno frente a la fortaleza que demostraron las economías tradicionales.
  • Andrew Chamberlain, economista el portal Glassdoor, sostiene que la economía "freelance" solo es útil para puestos de trabajo que no requieran esfuerzos  institucionales o relaciones de largo plazo y que por lo tanto es imposible pensar en una competencia con el empleo tradicional. Los trabajos de una economía de ese tipo necesitan cumplir con ciertos requisitos, siendo el más relevante la posibilidad de cumplir con las tareas de forma remota. Hoy en día el crecimiento de la economía  apunta en otro sentido: las organizaciones buscan personas con buenas habilidades blandas y que puedan trabajar en equipo. Todos ellos no pueden vivir de una "Gig Economy", y ninguna empresa puede mantener el engagement sobre una fuerza de trabajo remota con el mismo éxito que tiene con los empleados in-house.

¿El lado bueno? Un mercado laboral flotante como el "freelance" siempre permitirá a los empleadores contar con una fuerza de trabajo complementaria que puede ser muy positiva. Los trabajadores independientes que han desarrollado credenciales profesionales pueden desarrollar relaciones de confianza y generar trabajos de calidad. Además, es una opción  muy útil para derivar tareas y darle un poco de aire a los colaboradores in-house en momentos de peak estacionales o sobrecarga de trabajo.

Ya sea si va a la baja o crece, lo cierto es que la economía "freelance" ha logrado, con la ayuda de la tecnología y las plataformas peer-to- peer, convertir la utopía de huir de la ciudad para trabajar en una playa paradisíaca, en una realidad absolutamente posible.