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Las estadísticas son elocuentes: los chilenos están viviendo más años. Si en los primeros años de 1980 la esperanza de vida era de 67 años para los hombres y 74 para las mujeres, en el período de 2015 a 2020 esa cifra se incrementó a 77 y 83 años respectivamente, escenario que generará un impacto directo en la jubilación. Así, justo cuando en noviembre de 2015 la Comisión Bravo presentaba su propuesta para mejorar las pensiones y el ahorro de las personas, la Superintendencia de Pensiones publicaba nuevas tablas para calcular el retiro de los afiliados a las AFP´s, bajando los montos en un 2,1%, en el caso de los hombres, y en un 2,2% para las mujeres.

Sin duda, esta realidad reconfigurará las relaciones laborales y los departamentos de Capital Humano tendrán que estar atentos a los cambios que se generarán en este sentido, tanto en el corto como en el mediano y largo plazo. Primero, porque una modificación al sistema de pensiones repercutirá directamente en la gestión de personas principalmente desde el punto de vista administrativo al tener que adecuar la información de los sistemas a las nuevas normas y, segundo, porque será fundamental que las áreas de Desarrollo Organizacional generen planes estratégicos que apunten a retener y desarrollar talento mayor de 50 años, con el objetivo de dar oportunidades de retiro más tardío para que las pensiones cubran la mayor longevidad y evitar que los fondos se agoten de manera temprana.

En este sentido, se estima que la jubilación de una mujer chilena promedio subiría 50% solo con postergar la edad de jubilación de los 60  a los 65 años. Asimismo, según el Workmonitor de Randstad del primer trimestre de 2015, los chilenos estarían dispuestos a aplazar su edad de jubilación, ya que 39% señala que se retirará de su empleo entre los 65 y 70 años, cifra que aumenta a 51% en hombres y llega a 28% en mujeres (59% de éstas se inclina por el rango de 60 a 65 años). Por otro lado, de acuerdo a un informe de la OCDE, los hombres chilenos que cotizan durante dos tercios de su vida laboral, alcanzan una pensión que equivale al 35,7% de su sueldo; mientras que en los países que componen la Organización, este porcentaje llega a 52,1% y en el caso de las mujeres la diferencia es un 6% adicional.

Con todos estos antecedentes nos preguntamos qué debemos hacer para alcanzar mejores estándares en la jubilación de los chilenos, ¿aumentar la edad de retiro? ¿incentivar el  ahorro voluntario? ¿dar un rol más activo al Estado? ¿elevar el ahorro obligatorio como piden las AFP´s? Frente a este último punto, vale la pena mencionar que si bien en Chile se cotiza la mitad que en las naciones de la OCDE, también hay que considerar que Chile es una de las naciones con el salario mínimo más bajo entre este grupo de estados. Lo que sí está claro es que los Departamentos de Recursos Humanos tendremos que estar a la vanguardia en estos temas y ser protagonistas en los cambios que se generen en este sentido, particularmente en cómo reconfiguramos los ambientes laborales para tres generaciones que se encuentran en el gran desafío de los logros organizacionales.