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No es ningún secreto que estamos inmersos en una carrera mundial por conseguir el mejor talento, la cual es cada vez más competitiva, con compañías y países que buscan capital humano calificado. A medida que nos adentramos en una era global, la migración de profesionales puede ser una forma poderosa para que los países prosperen económicamente.



Lejos de lo que a menudo se percibe como dañino para el desarrollo de una nación, estudios demuestran que los migrantes son un motor que impulsa la innovación y la productividad, dos componentes clave para mantenerse vigente en la agitada competitividad global.



Así, la capacidad de un país para atraer, desarrollar e integrar extranjeros es lo que realmente determina qué tan próspero será su futuro. Cuando se trata de analizar el impacto que este fenómeno tiene en la innovación, los números son impresionantes. Por poner un ejemplo, a partir de 2015 los extranjeros poseían algo más de la mitad de todas las patentes presentadas en Estados Unidos. En 2016 un estudio reveló que más de la mitad de las nuevas empresas estadounidenses, que están valoradas en $ 1 mil millones o más, tienen al menos un cofundador foráneo.



Por otro lado, al enfrentar la escasez de talento en casi todos los sectores, las empresas recurren a profesionales extranjeros. De acuerdo al estudio Tendencias anuales en sueldos, beneficios y lugares de trabajo 2018 de Randstad, 38% de las compañías tiene contemplado recurrir a talento internacional para manejar la escasez de talento, 8 puntos porcentuales (pp.) más que el año anterior, ocupando el segundo lugar entre las preferencias de los participantes, luego de poner en marcha programas de educación y capacitación, con 51% de las preferencias.

Hoy los profesionales son del mundo. Con la globalización de la economía y la internalización de las empresas, ya no hay límites en temas de reclutamiento y selección, sumado a irrupción de las nuevas tecnologías que permiten contactar con personas en cualquier parte del mundo. Por otro lado, actualmente los trabajadores chilenos están abiertos a recibir compañeros de otras nacionalidades, ya que para muchos es sinónimo de mejor clima laboral y sana competencia, motivándolos a especializarse en competencias técnicas, idiomas y/o habilidades blandas.

En este sentido, y de acuerdo a la misma investigación, 62% de los encuestados piensa que debería ser mayor el porcentaje de trabajadores extranjeros que permite la ley, debido a que según la legislación chilena, el 15% de los empleados que presten servicios para una misma empresa puede ser foráneo, salvo algunas excepciones. 

Y es que en Chile hay escasez de personal altamente calificado y especializado para la demanda en algunas industrias y esta brecha es compleja de cubrir localmente en el corto e incluso en el mediano plazo. Asimismo, de acuerdo a las últimas cifras entregadas por el Gobierno, los ciudadanos extranjeros representan un 6,1% de la población del país; entre los cuales se encuentran profesionales de primer nivel, que manejan más de un idioma y que tienen pretensiones de renta bastante ajustadas al mercado, por lo tanto, son demandados por las compañías. Y es que el foco para las empresas tiene que ser tener a los mejores talentos, independientemente de su nacionalidad y/o condición.

A nivel internacional, un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) muestra que entre 2000 y 2014, los profesionales extranjeros contribuyeron al 48 por ciento del crecimiento de la fuerza laboral en el Reino Unido, el 45 por ciento en España, el 42 por ciento en Canadá y el 37 por ciento en Estados Unidos.

De igual forma, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el migrante promedio es mucho más productivo en el país de destino que en su nación de origen. Así, los estudios muestran que la economía mundial es aproximadamente tres billones de dólares por año más rentable de lo que sería si no se hubiese dado esta tendencia.

Los economistas creen que, aparte del empleo, si hay una integración en áreas como educación, vivienda y salud, esto podría sumar entre $ 800 mil millones a $ 1 billón a la economía global. Cuando extendemos puentes y no barreras, damos la bienvenida a los profesionales de otros países como nuestros socios en la construcción de un mundo mejor.

Este simple cambio de perspectiva nos llevará un paso adelante en la lucha por el talento global.