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Personas lógicas, racionales, con capacidad de análisis, experiencia en desarrollo de proyectos, especialización y alto grado de planificación, eran atributos comunes a la hora de levantar un perfil para ocupar la posición de Ingeniero en cualquiera de sus ramas. Sin embargo, hoy en día no solo se evalúan las habilidades técnicas, como la experiencia y la formación; sino que, independientemente del cargo, también se valoran características como capacidad de innovación y gestión, tolerancia a la frustración, adaptación a las cambiantes demandas del mercado, además de habilidades de comunicación, relacionamiento, resolución de problemas y gestión de equipos.



Así, las competencias blandas son cada vez más demandas por las empresas, ya que proponer mejoras y tener una mirada global del negocio que permita adelantarse a los potenciales problemas que puedan surgir, es un must  en los ingenieros que hoy requieren las organizaciones. Además, y a nivel transversal, es importante que la persona sea capaz de adaptarse a la cultura de la compañía y a los constantes cambios que ésta pueda enfrentar en el plano organizacional y de mercado, aparte de ser multifuncional, responsable y facilitar un buen clima de trabajo, tanto con sus compañeros como con los clientes y la comunidad en su conjunto. Ahora bien, si el profesional estará a cargo de un equipo de proyecto o si ocupará una posición de management, estas cualidades cobran aún más sentido, porque es indispensable que sea empático con todos los miembros de la organización, a nivel horizontal y vertical.



En cuanto al reclutamiento y selección, si bien es relevante que el candidato calce con la cultura de la empresa y cumpla con los requerimientos técnicos, es indispensable que su visión de trabajo haga match con el estilo de liderazgo de su jefatura directa, ya que es una forma de asegurar que tenga continuidad laboral y, por tanto, opte a más posibilidades de desarrollo de carrera dentro de la compañía. Por ejemplo, en una start up es difícil que encaje un profesional sin autonomía, que requiera un jefe muy presente, que no tenga capacidad de innovar en ciertos procesos o que no sea proactivo a la hora de proponer soluciones.  

En resumen, se puede visualizar que en la actualidad no solo es importante que un ingeniero sea experto en números o tenga gran conocimiento en estrategias de venta, debido a que si la persona es flexible, comprometida, tolerante, sabe trabajar en equipo, tiene habilidades comunicacionales y es un buen líder, se considera más que calificada para un ocupar un puesto de trabajo. Por eso, las competencias blandas son las que hoy marcan la diferencia a la hora de elegir entre un profesional y otro, puesto que la parte ”dura” viene dada por la formación y la experiencia.

Imagen / Pixabay