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El Randstad Employer Brand Research 2017 deja claro que una de las preocupaciones para los profesionales es su salario, por encima incluso de la conciliación laboral. Por eso, uno de los principales factores a la hora de decidir cambiar de empleo es la retribución económica. Pero la marcha no es la única solución ante este problema, también se puede optar por intentar conseguir una mejora de las condiciones económicas.

Evalúa tu situación y la del sector

La decisión de pedir un aumento salarial debe ser meditada, nunca partir de un hecho aislado. Por eso, es preferible no dejarse llevar por un impulso o motivados por un logro reciente, sino teniendo en cuenta una trayectoria e hitos que avalen la petición.

– Analizar la situación de partida: en lo que respecta a la situación del empleado en la empresa, lo recomendable es que se analice qué responsabilidades asume, así como si su esfuerzo y su dedicación ha derivado en logros decisivos para la compañía. También puede ser concluyente la iniciativa demostrada o si se ha contribuido a alcanzar ciertos objetivos en la empresa.

– Conocer el estado de la empresa: es importante conocer la situación en la que se encuentra, sobre todo si atraviesa un buen momento económico o no. Además, es recomendable informarse sobre la política salarial, especialmente si existe un rango para cada categoría, y quién toma la decisión sobre las subidas salariales o cuál es el procedimiento para solicitarlas. Solo así se podrá trasladar la petición correctamente y por los canales adecuados.

– Estudiar el mercado: por último, y aunque siempre tendrá prioridad la situación del empleado y la de la empresa, resulta útil comprobar el estado del mercado. De este modo, se puede proyectar una idea aproximada sobre el sueldo medio o la demanda del perfil, lo que será decisivo en la negociación de las condiciones económicas.

Los beneficios laborales, una alternativa

A la hora de negociar un aumento salarial es recomendable explorar otras bonificaciones adicionales que no se centren exclusivamente en la retribución económica, como por ejemplo una flexibilización del horario o acceso a formación pagada. Este tipo de beneficios pueden suponer una mejora para ambas partes, tanto empresa como trabajador, ya que permiten adaptar las condiciones laborales a las necesidades del empleado y, así, aumentar su motivación y compromiso con la compañía.

Los pasos para conseguirlo

Evaluada la situación, y si ésta es favorable, es el momento de dar el paso. Pero… ¿por dónde se debe empezar?

– Elegir el momento adecuado: antes de comunicar la petición, es importante saber cuándo puede tener más opciones de éxito. Hay que tener en cuenta cuándo se cierra el presupuesto anual de la empresa, pues entonces será la oportunidad perfecta para plantear este tipo de cuestiones económicas. Además, también es aconsejable aprovechar un momento de bonanza económica para la compañía o una buena racha profesional.

– Fijar unos objetivos: saber lo que se espera conseguir de una negociación es fundamental, más en este caso. Las condiciones que se fijen no podrán ser renegociadas a corto plazo, por lo que hay que asegurarse de que, si finalmente se consiguen, puedan ajustarse a las necesidades presentes y futuras.

– Preparar la reunión: en una reunión para tratar un posible aumento de salario se debe reforzar el compromiso que se tiene con la empresa, dejando claro el deseo de seguir contribuyendo con su desempeño en el futuro y hacer todo lo posible por optimizar las funciones a realizar. Es importante mostrarse seguro y llevar un argumento preparado, apoyándose en cómo se ha colaborado al crecimiento real de la compañía y señalando las razones principales para pedir la mejora económica.

– Negociar: no siempre las expectativas del empleado se ajustan con las posibilidades de la empresa, y, probablemente, esto lleve a una negociación. Lo principal es mantener un tono conciliador e intentar encontrar una solución que satisfaga a ambas partes.

¿Cómo gestionar una negativa?

Es aconsejable mostrar interés por los motivos de la denegación, ya que esto permite saber si se ha debido a cuestiones ajenas o propias. De este modo, si en la decisión ha influido la eficiencia o aportación a la empresa, se puede obtener una guía de mejora para, en un futuro, poder volver a plantear la negociación.

En definitiva, la clave de la gestión de la negativa es no actuar impulsivamente, pensar en cómo se puede mejorar la contribución a la empresa y plantear la petición como un proyecto a largo plazo.

Y tú, ¿has negociado un aumento salarial? ¿Cómo lo gestionaste?