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Vivir es convivir. Tanto a nivel personal como profesional, los seres humanos comparten continuamente su tiempo y espacio con otras personas. Pero hay una diferencia importante entre los dos ámbitos: en el mundo laboral nos relacionamos con personas a las que no elegimos, algo que casi no ocurre en la esfera privada.

 

Pasamos más de dos tercios de nuestra vida trabajando, por lo que conseguir un buen ambiente laboral es trascendental, tanto para el bienestar individual del trabajador como para el buen funcionamiento de la empresa. Colaborar, coordinarse y completar actividades conjuntas no es una necesidad, sino una obligación, en muchos ámbitos y situaciones laborales. Hacerlo de una forma amigable y satisfactoria está en la mano de cada uno. 

 

El respeto, la predisposición a ayudar de forma desinteresada, ponerse en lugar del compañero, el aprendizaje mutuo, e incluso la admiración, son actitudes que facilitan el logro de una buena relación interpersonal y, a la postre, de un buen ambiente laboral.  

 

La poca empatía entre compañeros puede derivar en antipatía personal e incluso acabar provocando situaciones de acoso laboral; el llamado mobbing o workplace bullying. Esta situación provoca un comportamiento defensivo y daños en la autoestima de quienes lo padecen. 

 

Los especialistas en asesoría empresarial y recursos humanos han estimado que el acoso laboral puede provocar un descenso de hasta el 60% en la productividad de un trabajador.

 

El éxito se alcanza en equipo

Para elevar la satisfacción y la motivación de los empleados, son muchas las empresas que fomentan la creación y promoción de dinámicas grupales.  

 

El objetivo de estas prácticas es construir grupos de trabajo cuyos miembros estén perfectamente integrados.

 

Algunas empresas apuestan firmemente por la colaboración online para fomentar la cooperación, especialmente entre miembros de un mismo equipo que no pueden comunicarse por otras vías (en el teletrabajo, por ejemplo). Chats, blogs o páginas corporativas cumplen la función de crear esa sensación de comunidad. 

 

Esta no es, sin embargo, la única opción; promover actividades distendidas en grupo fuera del ámbito laboral es otra opción para construir un ambiente de confianza y predisposición.  

 

Estas prácticas, por sencillas que parezcan, pueden suponer un gran cambio en el rendimiento de las empresas que se decide por invertir en ellas. Dichas reuniones o eventos suelen llevarse a cabo en lugares alejados de la rutina, en entornos nuevos, que permiten al trabajador liberarse de esas tensiones cotidianas y relacionarse así de forma diferente. 

 

“Reunirse en equipo es el principio. Mantenerse en equipo es el progreso”, decía Henry Ford. Es importante, por tanto, trasladar este entorno idílico al mundo laboral. 

 

Todos los detalles cuentan; por ejemplo, se puede ayudar a mejorar el entorno haciéndolo más confortable, por ejemplo, habilitando un lugar en el que los empleados puedan compartir una agradable comida antes de continuar con sus tareas. 

 

Un buen responsable debe conocer a su equipo, escuchar sus necesidades y resolver sus problemas. El grupo es importante, pero lo es aún más el poder contar con un líder en el que confiar y que sabe proporcionar los estímulos correctos. 

 

Y tú, ¿Crees que la metodología del Team Building tiene un efecto directo sobre el rendimiento en las empresas? ¡Cuéntanos tu experiencia!