Los constantes cambios a los que está sujeto el mercado
laboral se han traducido en un incremento de la competencia y de las exigencias
para las organizaciones. Esta situación puede generar altos niveles de presión
y propiciar la aparición de irritabilidad, sobreesfuerzo físico e intelectual
y/o una tensión emocional para la mayoría de las personas, trastornos en los
que el factor psicológico juega un papel determinante. Las consecuencias de este tipo de afecciones son negativas
tanto a nivel fisiológico como cognitivo, incidiendo en muchos aspectos de la
vida de cualquier adulto.
La mayoría de estas situaciones son causadas
por el ritmo de vida actual, el que provoca un estado de constante activación. Por
esto, es importante que las empresas conozcan el nivel de satisfacción de los
empleados y hagan una valoración de sus condiciones laborales. Promover la
cooperación, la flexibilidad y el bienestar en general deben ser prácticas
habituales de las organizaciones; si el empleado se siente cómodo y realizado, aumentará la calidad de su trabajo y la empresa incrementará
su productividad. Generar un entorno laboral saludable resultará, por tanto,
beneficioso para ambas partes: el empleado mejorará su calidad de vida y la empresa
el rendimiento y productividad.
En este sentido, para
compatibilizar de mejor manera trabajo y familia reside en la organización y
la gestión del trabajo. Es fundamental implementar técnicas como organizar las responsabilidades,
diversificar las relaciones laborales, recompensar a los trabajadores por un
buen rendimiento, favorecer la motivación y la ambición mediante una mayor
participación o establecer políticas que ayuden a los empleados a conciliar su
vida familiar y profesional.
Por otro lado, esta labor es una
responsabilidad compartida, puesto que a nivel individual el principal objetivo
del trabajador debe ser encontrar el equilibrio entre estos dos ámbitos. Seguir
algunas pautas como planificar el tiempo, priorizar tareas y saber disfrutar
del tiempo libre pueden ser la clave para alcanzar la estabilidad necesaria. Llevar
a cabo un ocio activo, es decir, que invite realizar actividades con cierta
planificación u horarios predefinidos, es una práctica recomendable para no
perder el ritmo de vida al que se está acostumbrado, pero exento de las
responsabilidades diarias.