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Las empresas del futuro estarán marcadas por la adaptabilidad del talento, mientras que el liderazgo horizontal y los modelos más colaborativos fomentarán la innovación y el desarrollo del talento. Esta evolución, que se está dando actualmente en las organizaciones, se expande a todas sus estructuras, activos y estrategias, por lo que es fundamental que la forma de organizar todos esos elementos cambie con el fin de que la compañía se adapte de manera rápida y efectiva a cada nuevo escenario que se le presenta

¿Cómo se encuentran organizadas las empresas en la actualidad?

Hoy en día existen varias formas diferentes de organización en las compañías. En función de las características de la empresa (tamaño, cultura corporativa, ambiente, tecnología, entre otros), se establece un tipo de estructura u otro. Entre todos ellos, los más habituales son los siguientes:

  • Lineal: es el sistema más tradicional. El poder se concentra en una sola persona, que tiene toda la responsabilidad y acapara la toma de decisiones. Se trata de un método simple, claro y que facilita la disciplina, sin embargo, es poco flexible y dificulta la especialización.

     
  • Divisional: este modelo es habitual en las grandes empresas con altos volúmenes de trabajo. Consiste en una separación por divisiones, con autonomía para cada una. Estos tendrán atenderán las responsabilidades de su departamento.

     
  • Funcional: en este caso prima la especialización, de manera que cada profesional o grupo de ellos se encarga de un aspecto concreto. Esto favorece la eficacia de las tareas, pero complica la coordinación entre las diferentes áreas de la empresa.
  • Equipos de trabajo: se trata de una solución muy común a la hora de llevar a cabo proyectos dentro de una empresa. Estos grupos están compuestos por profesionales con diferentes competencias y especializaciones, lo que favorece la calidad del trabajo. Por otro lado, esta forma organizacional requiere una óptima sintonía entre los componentes del equipo para que el desempeño sea eficiente.

¿Qué cambios afectarán a la organización de las empresas?

La empresa del futuro debe mantenerse ágil, para ello es necesario configurar equipos con rapidez y facilidad. Sus estructuras estarán enfocadas en trabajos y proyectos. En ellos cobrará protagonismo el desarrollo de productos y servicios, así como la creación e innovación en experiencia del cliente. Esta evolución se centra en una serie de puntos clave:

  • Los roles dentro de una empresa serán cambiantes: la creciente diversidad de proyectos provocará que los grupos de profesionales sean más heterogéneos. Esto implicará que las funciones de los empleados vayan cambiando para adaptarse a las necesidades.
  • La formación será constante: las estructuras de cada organización estarán preparadas para generar un entorno que favorezca que el aprendizaje de su talento no se estanque. El desarrollo de herramientas facilitadoras como el e-learning serán muy útiles para ello.

     
  • Estructuras más horizontales: la creciente necesidad de empresas flexibles que se puedan adaptar a los cambios impulsa un cambio estructural. Esta tendencia favorece la transición hacia un modelo organizativo en el cual la mayoría de sus miembros pueda tomar decisiones importantes de manera rápida. 

     
  • Cultura colaborativa: las responsabilidades de los equipos estarán bien definidas, sin embargo, la colaboración entre todos los miembros de la empresa será constante. Por lo tanto, la organización facilitará el intercambio de conocimientos en todos los niveles.

     
  • Fin de la barrera espacio-temporal: el desarrollo de herramientas tecnológicas permitirá que los departamentos dejen de ser sinónimo de un espacio físico. Pasarán a ser unidades funcionales cambiantes con capacidad de trabajar desde cualquier lugar y en cualquier momento.

Beneficios de los cambios de organización empresarial

Para lograr el éxito de una organización, es importante anticiparse a los acontecimientos futuros y llevar a cabo una transición estructural en la misma línea. En este proceso, conviene no perder de vista la cultura corporativa, que tiene mucho que decir en la manera de implantar esos cambios. Si esta evolución funciona, llegarán importantes beneficios para la compaña, entre los que destacan tres:

  • Mayor facilidad para la innovación: las jerarquías tradicionales dificultan el aporte de ideas de los profesionales, porque estos suelen estar cómodos en la rutina. Sin embargo, los nuevos sistemas más participativos impulsarán el aporte de más personas, lo que se traducirá en mejores ideas.

     
  • Una organización más versátil: el liderazgo será más horizontal, lo que favorecerá que el rumbo de la empresa no dependa de un máximo responsable o un grupo directivo, sino de la colaboración. Cada reto será solventado por un conjunto diferente de profesionales en función de su naturaleza. Con esto, la compañía estará mejor preparada ante los diferentes retos que se presenten.

     
  • Una empresa más diversa: disponer de un talento formado por personas que piensan diferente. La puesta en común de todos los puntos de vista provoca que el trabajo realizado sea más completo y de mayor calidad.

Efectos en los empleados

Estas modificaciones estructurales afectarán a todos los elementos de la empresa, pero las verdaderas protagonistas serán las personas. Éstas deberán aclimatarse a una realidad cambiante, en la que su desarrollo dependerá de sus conocimientos y habilidades, además de saber adaptarse a diferentes retos profesionales en equipo.



La realización tareas individuales dará paso al trabajo en equipo, un escenario en el que serán igual de importantes las competencias individuales que la capacidad de adaptarlas a un marco común. Además, el creciente empoderamiento del talento posibilitará a los empleados tener más responsabilidades en algunos proyectos, por lo que deberán estar preparados para esos desafíos.



Las futuras estructuras organizativas fomentarán el intercambio de roles y el aprendizaje continuo. Esto permitirá que cada profesional tenga contacto con multitud de áreas diferentes a la suya, lo que supondrá un enriquecimiento de sus competencias y experiencias, en definitiva, un mayor desarrollo profesional.



La restructuración organizativa de las empresas es clave para su adaptación al nuevo ecosistema, que requerirá una mayor agilidad y eficacia. Las empresas del futuro estarán marcadas por la adaptabilidad del talento y el liderazgo horizontal. Los modelos más colaborativos fomentarán la innovación y el desarrollo del talento. La transición hacia este sistema debe ser rápida y efectiva con el fin de obtener una ventaja competitiva.

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