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El estrés laboral es un mal de nuestra época. Las grandes presiones que experimentamos en el trabajo provocan un cansancio físico y mental que puede derivar en consecuencias para nuestra salud. Desórdenes habituales como enfermedades cardiovasculares, dolores musculares, ansiedad o incluso depresión pueden ser el resultado final de ese cansancio. Por eso debemos aprender a percibir sus causas para tratarlo y, de estar a tiempo, evitarlo.

Puede ser el resultado de variados factores que nos afectan en el lugar de trabajo, como pueden ser el estar bajo demasiada presión para lograr resultados, el surgimiento de roces o conflictos con pares o superiores, o desavenencias con determinadas decisiones corporativas, hacer un trabajo demasiado repetitivo o con una carga muy alta de intensidad. Y si las consecuencias son negativas para los individuos, son a su vez un factor de descensos en la productividad y una de las principales causas de licencias.

Siempre vale más prevenir que curar. En este caso, podemos prevenir situaciones de estrés a través de técnicas que sorprenden por su simpleza. Una comunicación fluida puede hacer la diferencia en problemas internos, así como también una contención emocional eficaz puede evitar que un colega o un empleado vivan un clima laboral tenso. 

Desde un enfoque individual, el estrés puede prevenirse con hábitos de alimentación sanos, evitando el tabaquismo, y haciendo actividad física. Pero en lo que a decisiones laborales se refiere, es necesario aprender a separar la vida personal del trabajo. Nada es más estresante que no distinguir cuándo es el momento de dejar de trabajar, por eso es importante el descanso y los límites entre los deberes profesionales y los momentos para el esparcimiento, la relajación y la recuperación de energías. 

Por supuesto, a menudo intentamos prevenir lo que ya ha ocurrido indefectiblemente. Si sufrimos de estrés laboral, podemos manejarlo con técnicas que van desde una respiración consciente hasta la relajación muscular y mental a través de la meditación. Sobre todo, para combatir el estrés laboral debemos hacer cambios en nuestra rutina. Si lo sufrimos, quiere decir que una parte de nuestra vida cotidiana debe cambiar. Por eso es fundamental cuidar nuestros hábitos en el hogar y en el trabajo. No es necesario hacer yoga o meditar durante horas: a veces una actividad deportiva y una música que nos relaje puede hacer más que otras alternativas acaso más complejas. 

Las empresas también tienen una responsabilidad amplia en la reducción de los factores estresantes para sus empleados. Un buen entorno laboral, una carga adecuada a los recursos del empleado, el respeto de los horarios de trabajo, y la contención y el apoyo en cuestiones personales y en situaciones difíciles son territorios en los que las organizaciones deben hacerse presentes. Al fin y al cabo, darle un lugar de interés al bienestar físico y mental de los empleados ayuda a la productividad: eliminar el estrés laboral es saludable para todos.