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El estado de ánimo del jefe repercute directamente en el trabajo del equipo. Si está de buen humor, los empleados trabajarán más motivados. Sin embargo, un ambiente donde predomina la intranquilidad o la incertidumbre deteriorará el rendimiento.



Pero no solo el estado de ánimo de los jefes incide en el trabajo de los empleados. Existe un fenómeno llamado “contagio emocional”, el que genera que todos los miembros de una organización pueden verse afectados por la energía positiva o negativa de otros compañeros. 



¿Cuán influenciables podemos ser? ¿Cómo nos afectan las emociones en el trabajo?

Las emociones dentro de las empresas

El estudio del impacto de los sentimientos y las emociones en el ambiente organizacional ha adquirido relevancia en los últimos años, también ligado al concepto de inteligencia emocional. 



Expertos aseguran que la medida de la inteligencia no es el coeficiente intelectual, sino las emociones. La clave está en hacer uso de ellas de forma inteligente, en beneficio propio y en pos de mejorar los resultados a nivel general.



Esto es destacable porque antes las emociones no eran consideradas en el contexto laboral por no ajustarse a su perfil serio, racional, cuyo único objetivo era producir bienes o servicios y obtener beneficios. Pues bien, numerosas investigaciones han demostrado cómo las emociones pueden ayudar a explicar fenómenos individuales y grupales. 



Éstas están relacionadas directamente con la satisfacción laboral, el trabajo en equipo, el liderazgo, y la toma de decisiones, por ejemplo. 

El concepto de emoción es difícil de definir, pero se puede decir que le permiten a todo individuo establecer una actitud respecto al entorno que le rodea. Se relacionan con influencias tanto innatas como aprendidas, así como con la rama de lo afectivo y lo cognitivo, y normalmente se dividen en dos tipos: positivas y negativas. 



En el terreno laboral, las positivas estimularán a los empleados, aumentarán su confianza y flexibilidad y por el contrario, las negativas pueden incitar a conductas irregulares. Ahí radica la importancia de tener control sobre ellas.



Existen varias técnicas para reconocer las emociones, regularlas y disminuir su impacto, por ejemplo, a nivel individual destaca saber gestionar la asertividad, ser capaz de expresar emociones positivas como gratitud, optimismo y confianza, relativizar los problemas o fomentar hábitos saludables como la actividad física que incrementen un estado general de bienestar.



En cuanto a las estrategias a nivel grupal es clave la capacidad de los líderes para implementar un clima de trabajo positivo. 



Comunicación, siempre y positiva

Dado que una de las tareas fundamentales de los directivos es que el equipo sea productivo, sus emociones deben ir encaminadas a la consecución de ese fin; la forma de comunicar repercutirá inmediatamente en el ánimo y, por consiguiente, en la productividad y eficacia de los empleados. 



Y es que todo profesional cuyos objetivos sean liderar a un grupo de personas, ha de emitir estímulos positivos en su comunicación diaria. 



Los beneficios son muchos para los miembros del equipo, para él y la empresa: Un trabajador motivado es más creativo, tarda menos en tomar decisiones, por lo tanto es más productivo y los resultados generales son mejores. 



¿Qué tipo de prácticas se desarrollan en tu empresa para gestionar las emociones? ¿Tú aplicas alguna contigo mismo y tus compañeros? ¿Cómo crees que te afecta el estado de ánimo de tu jefe en tus labores diarias?