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Hoy en día, cuando innovar es un imperativo para marcar la diferencia, cabe plantearse qué tipo de innovaciones puede adoptar una empresa y qué ventajas ofrece cada una de ellas

¿Qué es la innovación disruptiva?

El término “innovación disruptiva” fue popularizado por Clayton Christensen, profesor de Harvard, en su libro “The Innovators Dilemma” (1997). 

Christensen explicaba en­tonces que “la innovación disruptiva describe el proceso a través del cual un producto o servicio simple entra en el extremo inferior del mercado y luego escala gradual y constantemente, llegando a ocupar una posición relevante en el mercado, desplazando a los competidores establecidos”. “No se trata de innovar en la manera tradicional de hacer las cosas –explicó años después Christensen– sino que las modifica haciéndolas más simples y baratas mediante tecnologías sofisticadas”.

‘La innovación disruptiva siempre representa una oportunidad para los gerentes’ Clayton Christensen. 

Al tratarse de soluciones residuales concebidas para aquellos segmentos de la población con un poder adquisitivo menor y no suponer, en consecuencia, grandes márgenes de beneficios en el corto plazo, muchas compañías descartan adoptar este tipo de innovación, lo cual muchas veces las lleva a no diferenciarse de sus competidores.

Otros factores no estrictamente financieros que hacen que las empresas consolidadas no apuesten por innovar disruptivamente tienen que ver con la inseguridad entendida “como la falta de dominio de aquellas capacidades y estrategias que les llevarían al rediseño y canalización de los recursos ya existentes o como la incertidumbre inherente a la entrada en un mercado hasta entonces desconocido”, tal y como recoge Christensen en su libro “The Innovator’s Solution” (2003). 

Innovar o no innovar, he ahí la cuestión

En un mundo tan globalizado donde parece que todo ya está inventado, ¿cómo debe entenderse y aplicarse un concepto tan manido como es el de la innovación en el ámbito de la empresa?

El profesor de Marketing digital de ESADE Marc Cortés nos da algunas claves: “El concepto de innovación por sí mismo no tiene sentido si no está orientado de manera empresarial, hacia experiencias de cliente, impulso del consumo, etc., con lo que no aporta nada si no tiene una vinculación con el objeto de negocio”. 

La necesidad pasa, pues, por incorporar esta disrupción al día a día de la empresa, a sus procesos, a sus canales de comunicación, a sus relaciones internas y externas y a todos y cada uno de los valores que la definen y la diferencian de los demás, ya que, como subraya Kike Sarasola, socio fundador de Room Mate Hotels, “este tipo de innovación definitivamente no puede entenderse en el seno de una empresa que no lleva a la práctica el concepto ‘innovación’ en su día a día”, un concepto que Sarasola recomienda incorporar “desde el más pequeño de los detalles y a través del sentido común”. 

Otra de las interpretaciones del porqué las empresas consolidadas no pueden hacer frente a las innovaciones disruptivas “se refiere a la dinámica de la toma de decisiones del equipo de directivos senior, que intenta preservar los márgenes en los mercados establecidos”, afirman desde su estudio “Efectos de las innovaciones en la industria”, de 2007, los profesores del IESE Sandra Sieber y Josep Valor.

Unos márgenes ya no solo económicos, sino también de maniobra en un tejido empresarial que, por lo general, se muestra reticente al cambio y hace necesario un rediseño de paradigma a la hora de competir e innovar.

Gestionar la innovación disruptiva en la empresa

“La innovación disruptiva siempre representa una oportunidad para los gerentes, los cuales deben preguntarse si es disruptiva respecto a la competencia o a ellos mismos”, matiza Clayton Christensen. El padre por excelencia del concepto defiende que “al principio, la innovación disruptiva debe presentarse al resto de la organización como una amenaza, ya que no hay nada que motive y comprometa más a los colaboradores que una amenaza”. Un reto al que pronto se sumará el resto del equipo y alrededor del que se debatirán nuevas estrategias, procesos y soluciones llamadas a cubrir las necesidades del cliente. 

 “Debemos adaptar los recursos de los que ya dispone la compañía para dar una respuesta a la demanda”, subraya Christensen, recursos que pasan por el capital humano, cognitivo y técnico de los colaboradores de la empresa, profesionales a los que los managers deben involucrar plenamente en la marcha y el crecimiento de la compañía. 

¿Qué factores posibilitan, entonces, que una empresa se convierta en disruptiva?

Para empezar, y como se intuye de la reflexión de Christensen y secunda el socio fundador de Room Mate Hotels, Kike Sarasola, “se necesita un modelo de negocio 100% colaborativo que favorezca que los miembros de una empresa se sientan parte importante de ella”. Room Mate representa un claro ejemplo de esta cultura empresarial y es que la compañía cuenta “con varios comités de ideas, donde un determinado grupo formado por miembros de diferentes departamentos se encarga del lanzamiento de un proyecto concreto”, explica Sarasola. 

Por su parte Marc Cortés, profesor de Marketing Digital señala que, para incorporar el concepto de innovación al ADN corporativo, “es fundamental el dinamismo, que existan oportunidades entre los empleados y que desde la dirección se cuente con capacidad de transmisión de liderazgo para que todo el equipo reme en una misma dirección”.

En definitiva, para Cortés, las compañías que son innovadoras “son aquellas capaces de transmitir a sus trabajadores una versión participativa y clara de su línea empresarial”.

Con estos datos, ¿es el tuyo un negocio disruptivo?