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El employer branding es una herramienta clave para nutrir de talento a la organización. En un mercado altamente globalizado y competitivo, una marca empleadora se define por su imagen y su reputación, que conforman un capital simbólico invaluable a la hora de atraer a los mejores candidatos. Pero a su vez, la marca empleadora toma forma a partir de cuestiones concretas de la cultura organizacional y las políticas de capital humano de la empresa. Salario, beneficios, planes de desarrollo y formación, flexibilidad horaria y otros tantos, hacen a la construcción de este capital intangible que los colaboradores valoran a la hora de quedarse en la empresa o buscar nuevos rumbos.

De forma creciente, el employer branding se consolida como una realidad concreta, tanto para las grandes empresas, como para las medianas y los emprendimientos. Simplemente, en la medida en que uno contrata y retiene empleados, ya sea uno o miles, conscientemente o no, está poniendo en juego una estrategia de marca empleadora.

Para quienes están planeando fortalecer o instalar su estrategia de marca empleadora, acá van algunas claves para poner manos a la obra:

Todos deben reclutar. La reputación interna, el nivel de engagement y la identificación con la cultura de la compañía se demuestra también en el momento en que todos están en la búsqueda de nuevos talentos, y no solo el equipo de RRHH. Los programas de referidos son un buen catalizador de este fenómeno.

Reputación. La marca empleadora se construye a partir de la reputación. En la era del reinado de las redes sociales, no sorprende que esa reputación se nutra, en gran medida, con las opiniones, que colaboradores, ex-empleados y hasta candidatos y postulantes, dejan en internet. Conseguir candidatos experimentados no es solo un proceso que involucra la imagen que construimos y la reputación interna, sino también lo que se propaga a través de plataformas como Glassdoor o LinkedIn.

Abrazar la cultura. En un mundo cada vez más competitivo, vertiginoso y globalizado, los candidatos, especialmente los más jóvenes, se inclinan por las marcas empleadoras que saben conservar su cultura y sus valores. Los candidatos saben que una empresa sin cultura es una empresa sin identidad. Una marca empleadora siempre debe tener un poderoso arraigo en lo que la define y diferencia de las otras marcas.

Embajadores de la marca. No se trata sólo de cuidar la reputación interna y el clima. Hay muchas otras variables que atender para tener embajadores dispuestos a contar las bondades de nuestra marca empleadora. La experiencia de los postulantes que aplican a un proceso de búsqueda de la compañía y no son contratados y la de los colaboradores que deben pasar por un proceso de desvinculación son apenas dos ejemplos de cuestiones críticas que deben ser tenidas en cuenta.

Una mirada diversa. Mucho se ha debatido sobre las características de las nuevas generaciones y la forma de atraerlos. El hecho de tener ideas y convicciones que desafían el statu quo de las empresas, ha generado mucha atención sobre las necesidades de millenials y jóvenes Z, que además son bien diferentes de las de sus colegas mayores. Esto hace que sea necesario reforzar la importancia de establecer políticas y estrategias de Employer Branding que contemplen a las diversas generaciones que conviven en el ámbito laboral y no solo a los más jóvenes.

Lo importante es dar a todos una mirada acerca de los valores y beneficios de pertenecer a la empresa.