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La digitalización está revolucionando el mundo laboral en todas las organizaciones, de todos los tamaños y sectores. La transformación digital ya no es una tendencia, es un elemento central de toda estrategia empresarial.

Entramos en una “nueva era”, a la que algunos llaman la Cuarta Revolución Industrial y otros, de manera muy descriptiva, “el Gran Cambio". La llamemos como la llamemos, lo cierto es que se están transformando profundamente los negocios, la economía y la sociedad. Y, claro está, también está en proceso de cambio la manera en que trabajamos. 

El informe “Rewriting the rules for the digital age”, asegura que el cambio es de tal calado que obliga a redefinir todas las políticas, procesos y prácticas internas, desde la formación o la contratación hasta la definición del trabajo en sí mismo.  

El ritmo de transformación irá aún a más. Según el informe People First: The Primacy of People in a Digital Age, el 86% de los empresarios cree que la evolución tecnológica se acelerará hasta alcanzar un ritmo sin precedentes en los próximos tres años, lo que hace que en muchos casos las organizaciones y sus miembros se sientan “sobrepasados”. De hecho, según revela el informe, las empresas están en “shock cultural digital”. El estudio da pistas sobre cómo será el futuro: tras el shock inicial, las organizaciones “tendrán que cambiar sus productos, sus modelos de negocio y todos los procesos que los apoyan”. O lo que es lo mismo, el mundo del trabajo tiene que reinventarse. 

Las personas primero

Si bien la tecnología es el motor de esta transformación (cada innovación es el trampolín para otra nueva en una evolución constante y cada vez más rápida) son las empresas y sus trabajadores la clave del cambio. Si no conseguimos que el talento se adapte, se desarrolle de manera continua y se mantenga al paso de la evolución tecnológica, el futuro de las organizaciones está en entredicho.

¿Cuál es el papel de los trabajadores? El talento, unido a esta cultura digital, serán el claro diferenciador en un entorno de negocios altamente competitivo y en un mundo cada vez más digital.  El reto de ser competitivos en la era digital no se solventará consumiendo más y más tecnología, o, como algunos temen, reemplazando a los seres humanos por tecnología. Las personas están en el centro de la revolución, las empresas deben ayudarlas a lograr más gracias a la tecnología. 

Adaptarse al cambio

Para conseguir implantar esta cultura digital, sacar partido de la tecnología y sumarla al talento humano, hay que llevar a cabo algunos ajustes tanto a nivel individual como corporativo. Los principales retos son:

1- La cultura de la adaptabilidad: el cambio está ahí, sucede queramos o no, tenemos que adaptarnos a los nuevos tiempos. Es necesario, sin embargo, entender que la revolución no es solo tecnológica, sino que, como decíamos anteriormente, consiste en aprovechar el potencial tecnológico a la vez que desarrollamos una cultura corporativa que abrace el cambio.

2- La cultura de la innovación: otro de los valores que deben guiar a las organizaciones es la innovación, que se debe promover en todos los estamentos, no solo en los departamentos de I+D. Además, esta innovación proactiva se tiene que dar de manera ágil, lo que conlleva necesariamente asumir la posibilidad de error. Las empresas tienen que probar ideas, aunque supongan un fracaso. El fracaso es también una manera de aprender qué líneas de trabajo no funcionan para encaminarnos hacia las que finalmente funcionarán. Esta mentalidad de aprender de los fracasos para mejorar es típica de las start-ups y de las organizaciones pequeñas, que se mueven rápido y superan con facilidad pequeños reveses hasta que encuentran la solución idónea. Las grandes corporaciones tienen que incorporar esta funcionamiento ágil si quieren conservar su ventaja competitiva en el mercado.

3- La cultura del Big Data y el Analytics: la tecnología ofrece la posibilidad de recopilar más y más datos y analizarlos posteriormente para conocer en profundidad a nuestros clientes, a nuestros propios trabajadores, saber qué opina el mercado de nuestra marca, hacia dónde apuntan las tendencias, etc. Casi todo puede ser medido, lo que nos ayuda a ser cada vez más eficientes. Tenemos que encontrar la manera de sacar partido a este conocimiento, es la base sobre la que tomar las decisiones de negocio más adecuadas en cada momento.

4- la cultura de la colaboración: la tecnología está acabando con los compartimentos estancos dentro de las compañías, permite compartir conocimientos entre todos los miembros de la organización para que se desarrollen de manera conjunta y colaborativa.

Durante décadas, la tecnología ha sido bastante estable, por lo tanto, el trabajo también ha sido bastante estable y las empresas han podido mantener sus modelos de negocio durante décadas. Ahora, la evolución tecnológica se ha acelerado, el trabajo y los modelos de negocio tienen también que evolucionar con rapidez. El futuro, sin embargo, no es de las máquinas, el rol principal es de las personas. Son ellas quienes tienen que abrazar el cambio y explotar el potencial que ofrecen las tecnologías.